Las memorias del agua: Una aproximación histórico-antropológica
El territorio de Tlalixtac de Cabrera guarda una fuerte relación con sus cuerpos de agua, se comparte cómo el interior de la población era atravesado todo el año por arroyos que provenían de la Sierra Norte para desembocar al río Salado.
Había agua cristalina en el río "oscuro" -por la palma- es el mismo río sólo más adentro (Entrevista, julio de 2022).
Se recuerda que había un canal en la calle Miguel Cabrera que traía agua del río que se podía tomar.
Había muchos árboles alrededor y un tanque de agua, que se llenaba con esa agua, era tarea de los polis llenarlo… Si antes, aquí pasaba el agua, había un canal de agua, entonces no había aquí nada de pavimento, todo era puros árboles (Relato de la transcripción del taller, julio de 2022).
Se recuerda con nostalgia los lugares en los que se iba a nadar, los lugares en los que se hacían pocitas en los ríos y era posible echarse clavados y convivir. Se mencionó al río Salado, al río de la Palma y lugares en estos ríos que le llamaban la “Toma de Agua” y la “Toma de Piedra”. De igual modo, se hizo referencia a la Pilita que estaba más cerca de la población.
Se mencionan las gochas que había en todo el valle y se mantienen nombres y referencias en zapoteco para la ubicación espacial en el territorio. Como en el resto de los Valles Centrales de Oaxaca, la lengua se encuentra fuertemente desplazada por el español. Esto complejiza la transmisión intergeneracional de estos saberes, por lo que es fundamental recordar que la lengua es un lugar fundamental para la vinculación y reconocimiento del territorio.
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